BUENOS AIRES GEMS: GALERIA GÜEMES
Si hay algo que me encanta es ser turista. Un concepto mucho más amplio que solo "viajar". Ser turista es mirar todos los lugares que nos rodean con otros ojos, dotando todo de un tinte mágico. Como si todo fuera bello. Es mirar los lugares con alma curiosa, descubriendo todo lo que a simple vista no veíamos. Lo lindo de "ser turista" es que uno puede convertirse en uno incluso en su propia ciudad, sin necesidad de trasladarse miles de kilómetros de donde uno vive.
Nunca me voy a cansar de decir lo linda que es Buenos Aires, mi ciudad. Sacando todos los aspectos negativos que no vienen al caso, me encanta vivir acá. Y siempre que veo en la calle a turistas extranjeros o incluso de otros puntos de nuestro país, no puedo evitar sentir un poco de envidia de poder ser turista en Buenos Aires.
Así que a veces, cambio de roles, y me gusta mirarla como si fuera uno. Mirarla desde otro punto. Salir de la rutina de lo que vemos todos los días y admirar lo que tenemos al alcance de nuestros ojos todos los días. De repente, nos damos cuenta que caminamos todos los días por ella como dormidos.
El otro día, saliendo del gimnasio como todos los viernes, tuve que acompañar a mi mamá a una librería que quedaba por el centro (Sarmiento y no me acuerdo qué calle) a comprar unos materiales para su taller de pintura. Luego, agarramos la famosa calle Florida para volver hasta Avenida de Mayo para tomarnos el colectivo.
Caminando por Florida, en el medio de la ardua tarea de esquivar a todos los peatones sin chocarte con nadie, veo arriba de la entrada de una galería unas letras que decían "Galeria Guemes". Con tan solo leer el nombre, tuve que entrar.
Para aquellos que no la conocían, la galería Guemes es un edificio muy emblemático de la ciudad de Buenos Aires. Con un estilo Art Nouveau, se construyó entre los años 1912 y 1915 y el proyecto estuvo a cargo del arquitecto italiano Francesco Gianotti (el mismo arquitecto que hizo también la renombrada Confitería El Molino, justo en frente del edificio del Congreso Nacional). Es un edificio pasaje que conecta las calles Florida y San Martín, y que albergó en su interior una variedad de usos tales como un teatro, un salón de eventos, un restaurante y locales comerciales. Resultaba muy novedoso para la época y trataba de imitar los grandes espacios de encuentros europeos. Casi como los shoppings de aquella época les podríamos decir. El edificio se realizó exprimiendo al máximo las técnicas constructivas conocidas hasta al momento para poder alcanzar la altura proyectada (en serio, caminenla toda y no van a poder parar de mirar hacia arriba), además del detalle de los elementos decorativos propios del estilo arquitectónico.
Les recomiendo recorrerla de punta a punta. Quédense un ratito a mirar lo lindas que son las cúpulas (en realidad, todo el edificio es lindo). Hay muchos negocios para comprar cosas, y durante la semana está llena de gente que cruza de una punta a la otra.
Lo gracioso es que conocía casi de memoria el edificio de fotos y estudiarla en la facultad (literal que tuve que estudiarla para mi último final de la carrera) pero nunca había ido. Teniéndola tan cerca nunca la había visto en vivo y en directo. Y eso que habré pasado por la puerta mil millones de veces. A veces vamos tan ensimismados en la rutina y en las cosas que tenemos que hacer, que no vemos todos esos lugares hermosos que tenemos ahí en frente a nuestras narices. Pero verlo en persona, es un edificio que merece la pena ser visitado.
Mientras sacaba las fotos, me divertía pensando que si hubiera estado en otro país hubiera dicho "que lindos lugares que tiene esta ciudad". Y lo pensé. Es mi ciudad y me encanta. Y me encanta verla a veces con "ojos de turista".
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