THE BELLS OF NOTRE DAME #ARCHITECTURE



"El principio de la arquitectura gótica es la infinidad hecha imaginable". 


Qué difícil empezar a escribir cuando faltan las palabras. Y qué fácil hacerlo a su vez, cuando uno siente adentro una especie de necesidad y obligación de sacar afuera tanta tristeza. Mientras tipeo esto, escucho la voz de los periodistas provenientes del noticiero sintonizado en mi televisor encendido.

Al principio, sonaban como irreal: "Se incendia Notre Dame". Lo que primero se escuchaba como palabras inofensivas y sin importancia, luego se convirtieron en frases cargadas de mucho dolor y mucha tristeza. "Se cayó la aguja de la catedral de Notre Dame", "Se está quemando toda la estructura", "No saben si pueden salvar la catedral".





A medida que pasan los minutos, también surge la información más tranquilizadora, diciendo que pueden conservar la estructura, que París va a reconstruir todo lo que se perdió, etc.

Como arquitecta, y como quien pasó un tiempo estudiando precisamente este mismo edificio y su época y su contexto, nada de lo que me digan va a ser que apague todo lo que provocó esta noticia. Si algo me dio haber estudiado mi carrera, fue la profunda admiración por toda la arquitectura y su contexto histórico así también como siempre tener el deseo de ver alguna vez en vivo todas esas obras de arquitectura que pasé tanto tiempo estudiando. Tener la posibilidad de estar físicamente observándolos  e imaginando el momento de su construcción y auge.

Las palabras de los libros y las imágenes y las palabras de profesores van contando en mi cabeza un cuento en donde el entorno del edificio cobra vida a medida que voy analizando los detalles, observando las estructuras, descubriendo los espacios. Sabiendo que eso que estoy mirando es lo mismo que otros miraban mucho pero mucho tiempo atrás.

Ahora, sea cual sea el resultado de semejante catástrofe, dentro mío se que ya nunca voy a poder ver este edificio tal cual era en el momento de su concepción. Y sentí que debía en este espacio que es mío, rendirle alguna especie de homenaje.

Lo que más me gusta o me impresiona de los edificios medievales, sobre todo de las catedrales, es el viaje a través del tiempo y espacio en el cual nos sumergen con sus espacios. Son como imagenes de otra época congeladas en el tiempo que nos permiten dar una idea de cómo era la vida en aquel momento y en aquel lugar. Y no estamos hablando de unos pocos años, sino de otra era.

Cuando hablamos de "Edad Media", se nos vienen a la cabeza un sinfín de cosas y de libros y de películas de época, con castillos y caballeros y guerras. Y cuando hablamos de gótico, la palabra "catedral" surge al instante en nuestra cabeza. Esas enormes masas de piedra que siguen estando hoy en día. La catedral gótica simbolizaba en aquel entonces la presencia de Dios en la Tierra representado por la figura del obispo que vivía en ellas. Eran altas para impresionar al que las veía y las visitaba y su altura simbolizaba el "llegar hasta Dios". Estos nuevos edificios que nos dejaban chiquitos frente a tanta inmensidad.

El gótico nació de lo que ya existía, pero confiriéndole un sentido totalmente nuevo.



Antes eran edificios macizos, ahora la estructura era un fino esqueleto gracias a los avances en las técnicas constructivas de la época. Estos avances hicieron que las catedrales crecieran cada vez más en altura. El empuje y el peso de la bóveda, que cada vez llegaba más arriba, era compensada por los arbotantes. La bóveda nervada hacía que los esfuerzos se concentraran para poder abrir huecos en los muros y que todo el ambiente fuera una misma cosa conectada en su interior.

Fue una época en la que se identificaba a Dios con la LUZ. Entonces en la construcción de estas catedrales se empezó a buscar que hubiera luz, cuando hasta ese momento las catedrales eran más bien oscuras. Esta idea de esqueleto para poder agujerear los muros que antes eran macizos, permitió la entrada de luz hacia el interior. Los famosos vitrales, esos que instantáneamente se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en las catedrales, incrustados en los muros, hacía que las paredes parecieran compuestas de piedras preciosas. Transformaban la luz natural en un instrumento que demostraba la presencia inmediata de Dios.



El interior de las catedrales se mezclaba con el exterior circundante y se cumplía la misión del culto religioso de ese entonces.

No solamente es un hito de la arquitectura gótica, la cual pasé mucho tiempo estudiando. Sino que también evoca recuerdos de mi infancia ya que es protagonista de una de mis películas favoritas de Disney (el Jorobado de Notre Dame). Y de ahí el título de esta nota, la de mi canción favorita del soundtrack de esa película.

Fue entonces un edificio muy presente en varias etapas de mi vida.

Y hoy ardió.

Y fue todo muy pero muy triste.



Xx

Lu






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